viernes, 24 de agosto de 2012

El Beto Acosta

Goleador letal. El Beto Acosta es uno de los centrodelanteros más importantes que han pasado por el fútbol chileno. Maestro en el control dirigido y en aguantar la marca y la pelota. Usaba muy bien los brazos y las mañas de la posición. Cuando los defensas lo enfrentaban sabían que iban a tener un partido duro, de lucha, que si le daban un segundo, un metro, el Beto no los iba a perdonar.

En Católica jugó tres temporadas, consagrándose campeón del Apertura 97. Antes el 94 y el 95 obtuvo el subcampeonato. El 94 festeja 33 goles en el Torneo Nacional. Una marca impresionante tomando en cuenta que jugó 25 partidos, ya que fue suspendido por cuatro fechas por un combo a Musri, y se perdió otro partido por acumulación de tarjetas amarillas.


Su socio en la cancha era el Pipo Gorosito, en San Lorenzo y en Católica hicieron una dupla que se entendía perfectamente. En Católica tuvo como compañeros de ataque a Lukas Tudor, Rodrigo Barrera y Sebastián Rozental en su primera etapa y después compartió ofensiva con David Carlos Nazareno Bisconti.

El Beto además la rompió en Boca, jugó en el Toulose de Francia, en el Yokohama Marinos de Japón y en Unión de Santa Fe. En San Lorenzo es ídolo, ahí estuvo en cuatro periodos y levantó la Copa Mercosur del 2001 (dirigido otra vez por Manuel Pellegrini que ya lo había tenido en Católica el 94 y 95). También se consagró en la Sudamericana del 2002.


En el Sporting de Lisboa es recordado por llegar sin hacer mucho ruido y después consagrarse campeón el 2000 siendo figura, junto a jugadores como el arquero danés Peter Schmeichel.

Con la Selección Argentina levantó la Copa América de Ecuador 93 y anotó 3 goles.
Cerró su carrera con un regreso, volvió a los 41 años. Se puso la camiseta del Club Atlético Fénix (cuarta división argentina) y anoto dos goles en seis partidos.

Definidor infalible, una vez lo escuché decir que para definir hay que pegarle bien pegada al palo o bien pegada al arquero. Bien pegada al palo porque ahí normalmente el arquero no llega, y bien pegada al cuerpo porque el arquero queda incómodo y no alcanza a reaccionar, especialmente arriba del hombro o pegada al tronco. Cuando la pelota va a un lugar intermedio de estos dos, es más fácil para el arquero.

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