jueves, 28 de marzo de 2013

Gol de Chile


¿Hay algo que nos provoque sensaciones similares a un gol de Chile? ¿Existe alguna otra ocasión en que nos liberemos, gritemos y nos abracemos de esa manera?
El mítico escritor y dibujante argentino, Roberto Fontanarrosa dijo alguna vez: “No soy excesivamente demostrativo, así que pienso: ¿Qué otra cosa puede movilizarme a mí para que por ahí salte, grite y me abrace con gente que no conozco? Solamente el fútbol. Ni que gane la lotería, ni que me vaya bien con un libro”. Y es así, el fútbol es único.

Pero no todas las celebraciones son iguales. Hay goles que se gritan más que otros. Me acuerdo del cabezazo de Salas a centro de Víctor Hugo en las eliminatorias a Francia 98. Fue contra Uruguay, el Matador desvió la trayectoria y el arquero Siboldi no pudo llegar. Lo vi en mi casa con mis amigos del colegio y la locura fue total. Gritos a todo pulmón, abrazos, cojines tirados por la ventana, montaña humana, euforia total. Sabíamos que ese partido era clave para llegar al Mundial.

El partido del martes con Uruguay tuvo de eso, sabíamos que era clave. Fuimos con ilusión y nos instalamos en la galería norte con mis amigos de siempre. El gol de Paredes vino rápido y se gritó con furia, con locura, con desahogo. No ganábamos hace 9 meses y estábamos quedando fuera. Era mucho tiempo sin celebrar. Apenas el 22 la empujó nos abrazamos como locos con el Matute y el Paulo, soltamos gritos al cielo hasta no poder más. Después vinieron los abrazos con los niños que estaban delante nuestro en su primera ida a ver a Chile, sus ojos vidriosos no podían creer lo que estaban viviendo.


Después del partido y antes de seguir con su lomito italiano en la Fuente Suiza. El Matute, que venía llegando de Lima siguiendo a la Selección, nos dice con la voz media gastada que hace tiempo no gritaba un gol como gritó el de Paredes. Y es verdad, siempre hace falta gritar un gol así. Liberador, una combinación entre alivio y alegría.

La celebración posterior, ya más tranquilos, fue porque Chile volvió a tener una idea clara de juego, además nos metemos en puestos de clasificación y sabemos que jugando así es muy posible llegar al Mundial. Pero después que mi amigo me dijo lo del gol, me di cuenta que esos momentos son lo que buscamos yendo al estadio, juntándonos con nuestros amigos a compartir la pasión común. Buscamos ese sentimiento individual que se potencia en lo colectivo y que no tiene comparación. Porque nada se iguala a gritar un gol de Chile, uno como el de Paredes el martes. Nada libera, desahoga y nos hace explotar de alegría como eso. Nada emociona más que esa tormenta de sentimientos pasajeros que se quedan en el recuerdo para siempre. Ninguna otra cosa puede darnos lo que el fútbol nos da.

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